Paradise Papers: Responsabilidad ética ante la desigualdad

El pasado 5 de noviembre se hizo pública la filtración de información conocida como Paradise Papers, la cual contiene 13.4 millones de documentos donde se detallan inversiones y estrategias fiscales seguidas por personajes famosos alrededor del mundo. En los documentos aparecen personalidades tan diversas como la Reina Isabel II, Madonna, Bono, Wilbur Ross (Actual secretario de comercio de EEUU), Jared Jushner (yerno de Donald Trump), George Soros, Justin Timberlake y el cantante Julio iglesias. Dos reflexiones vienen a la mente de forma inmediata: Por un lado, la sorpresa ante la falta de ética y el cinismo de parte de estas grandes personalidades, algunas de los cuales habían pasado mucho años abogando a favor de la igualdad y la justicia mientras por otro lado evadían milones de dólares del fisco. Por otro lado, la imperiosa necesidad de una reforma significativa al sistema tributario internacional, para cerrar la oportunidad de evasión fiscal a estos niveles, pero también para lograr un sistema donde el contribuyente perciba el valor y la utilidad de pagar impuestos.

La evasión fiscal está definida como toda acción u omisión parcial o total tendiente a eludir, reducir o retardar el cumplimiento de la obligación tributaria por parte de los contribuyentes. Considerando que la recaudación fiscal es una de las principales maneras en las que un Estado puede generar recursos financieros, la falta de estos tiene como consecuencia una reducción en las funciones, alcance y servicios que el propio Estado puede proveer. Típicamente esto afecta en mayor medida a las clases más desprotegidas, quienes dependen en mayor proporción de los servicios gratuitos proporcionados por el Estado. La evasión fiscal se puede medir principalmente en dos tipos de impuestos: impuestos directos como el impuesto sobre la renta, y que normalmente gravan los ingresos o el patrimonio, y los impuestos indirectos como el impuesto al valor agregado, y que normalmente tasan el consumo.

De acuerdo al estudio “Evasión del Impuesto al Valor Agregado y del Impuesto sobre la Renta” de la Universidad de las Américas Puebla, se analizaron en México los montos no pagados del impuesto al valor agregado (IVA) y el impuesto sobre la renta (ISR) en personas físicas por sueldos y salarios, por arrendamiento y por actividad empresarial así como personas morales durante el periodo 2004 – 2015. Al comparar los montos del impuesto potencial contra el impuesto recaudado, se obtuvo como resultado primeramente que la tasa de evasión (monto de evasión / impuesto potencial) fue mayor en el ISR a comparación del IVA; asimismo, las tasas de evasión tuvieron un aumento durante los años de la crisis financiera 2007 – 2008 alcanzando 30% para el IVA y 39% para el ISR, pero disminuyendo para el año 2015 a 19% para el IVA y 25% para el ISR.

La evasión fiscal no es un fenómeno exclusivo de países en vías de desarrollo ni relacionado con el tamaño de las empresas. Algo que nos han mostrado los Paradise Papers es que la evasión fiscal es un fenómeno muy común, que incluye un grado de sofisticación muy elevado, y que sus principales usuarios son las élites internacionales. Los efectos de la evasión fiscal, desde el punto de vista gubernamental, se traducen en un sobreendeudamiento, y en ocasiones, en la dependencia excesiva de la ayuda externa para solventar obligaciones. Desde el punto de vista social, los efectos son muy negativos debido a la limitación de recursos financieros destinados a programas sociales, educativos, médicos e incluso de infraestructura y medio ambientales, al tiempo que obliga a los contribuyentes honestos a realizar mayores aportaciones.

La falta de recursos por parte de un gobierno obstaculiza y condiciona las perspectivas de un crecimiento individual y colectivo, al tiempo que se estanca cualquier proyecto de desarrollo equitativo en las minorías más marginadas de una sociedad. Latinoamérica es una de las regiones con mayor índice de desigualdad social, siendo México uno de sus principales representantes, donde dos terceras partes de los activos físicos y financieros se encuentran concentrados en el 10% de las familias. Algo similar ocurre a nivel internacional, donde el 50% del PIB mundial está concentrado en cien familias multi-billonarias, mientras que a diario mueren 24,000 personas por falta de alimentos. Sin lugar a dudas, la lucha sontra la desigualdad será uno de los grandes retos globales en el siglo XXI, pero será una lucha difícil, entre otos factores, porque las propias élites encargadas de tratar de resolver el problema, se benefician hoy de estrategias fiscales para no pagar impuestos.

C.P.C. Alejandro Rico
Socio Senior – Práctica Fiscal
Nuricumbo + Partners
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